SOBRE MI

SOBRE MI

Lo primero que te contaré sobre mí es que mi sol está en Acuario, mi luna en Géminis y mi ascendente es Leo.

Si con todo esto no te haces una idea de cómo soy, como son mis emociones y como me presento ante el mundo, te contaré un poco de como he llegado hasta aquí…

Desde pequeña sentí una fuerte necesidad de entender quiénes somos, a qué venimos, de dónde venimos y todas estas cosas que no es muy normal, que se cuestione una niña (aunque los niños de hoy en día están muy avanzados); la cuestión es que así pase mi infancia, entre preguntas de este tipo sin tener muy claro nada. Yo preguntaba y preguntaba, pero nadie me daba una respuesta que me convenciera del todo: la religión cristiana, al ateísmo, el misticismo malentendido, testigos de Jehová… De más mayor encontré el budismo. Este me entusiasmo mucho al principio porque hablaba del amor universal, de amar a los demás con conceptos muy universales que resonaron mucho conmigo. También descubrí la meditación. Así estuve unos años, leyendo, informándome, aunque había algo que no me terminaba de encajar: veía mucho ornamentalísimo. La meditación tenía una finalidad tan grande:

¡LA ILUMINACIÓN!

Y yo me sentía tan pequeña que cada vez que me sentaba a meditar aguantaba 5 minutos. Mis ansias de querer iluminarme y no ver ningún resultado eran tan grandes que me frustraba antes de empezar. Que me perdonen todos los budistas, así viví yo esta religión o filosofía de vida. Dentro de mí había algo que decía: este no es tu camino.

Después de varios años en ese punto viví una noche oscura del alma. No era la primera, había vivido varias antes, quizás incluso mucho más difíciles de transitar, sin embargo, esta vez sentí que algo dentro de mí tenía que morir y esta fue la que me hizo el clic.

Con 33 años, sentí que todo mi mundo se venía abajo, el detonante fue una ruptura sentimental, pero con ella vino una crisis personal muy profunda donde tuve que hacer una revisión de toda mi vida. Me cuestioné todo, revise los aspectos de mi vida que tenía enterrados y que no me atrevía a remover y busque ayuda. Por primera vez sentí que necesitaba ayuda para gestionar todo esto.

Así llegué al mundo de la espiritualidad y del desarrollo personal. Recuerdo que la primera puerta que abrí fue el Mindfulness. Esto me reconcilio con la meditación. Era una manera más “fácil” de sentarme, a meditar. Esta puerta abrió otras puertas: la biodescodificacion, el eneagrama, las heridas del alma, el hoponopono, un curso de milagros… Durante algunos años estuve estudiando, escuchando a referentes, yendo a conferencias, talleres, charlas, cursos…

Todo esto lo hacía para mí, para sanarme, para entender, para encontrar las respuestas a las grandes preguntas que me habían acompañado toda mi vida. Tengo que decir que durante este periodo me nutrí de muchas fuentes porque lo que descubrí es que no había una sola cosa que fuera mi VERDAD. Para mí la VERDAD bebe de muchas fuentes y cada persona debe descubrir cuál es la suya y vivir en coherencia con esa VERDAD.

En un momento dado, con toda esta información en mi cabeza, sabiéndome la teoría como me la sabia, yo me miraba y veía que había cosas en mí que todavía se repetían y que aunque tenía la información no conseguía integrarla. Entonces llego el segundo clic: el momento en que toda esta teoría la pude bajar al cuerpo. Me di cuenta de que había leído mucho, había ido a muchos cursos y charlas, pero que había una desconexión total entre que lo que sabía y lo que mi cuerpo necesitaba integrar.

Con este segundo clic, abrí otra puerta más grande que la primera. Me pude conectar con mis propias emociones. Pude experimentar en mí lo que significaba vivir el miedo, la rabia, la frustración. Sin que hubiera ninguna barrera a experimentar estas emociones. Ahí descubrí que cuando me permitía vivir todo esto, una vez me abría a esta experiencia, lo que seguía siempre era amor, paz, armonía. Con esta integración, sentí que estaba preparada para formarme y para poner al servicio de los demás lo que fuera aprendiendo.

Aquí estoy, a tu servicio. Mi camino es constante, hoy pongo a tu servicio lo que he descubierto y aprendido hasta hoy, pero me sigo abriendo a lo que me quiera enseñar la vida mañana y por supuesto que aprendo de ti, nos nutrimos junt@s, así que gracias por lo que tú también me enseñas y me ayudas cuando me dejas que te acompañe.

¿Te atreves a abrir puertas conmigo?

×